Cuando estás meditando tienes dos experiencias: una en donde no hay pensamientos y otra en la que sí hay pensamientos. Para reconocer la consciencia pura debes preguntar: ¿sobre qué “cosa” aparecen o desaparecen los pensamientos? Esa es la pregunta. Otra pregunta que te puedes hacer es: ¿a que tú eres consciente de esas dos cosas? Eso quiere decir que esas dos cosas aparecen sobre una consciencia que está ahí, haya o no haya pensamientos.
Ahora, lo que tienes que ver, es la cualidad natural de esa consciencia, ¡mira la cualidad natural de esa consciencia! Si la miras, verás que no hay nada. Pero en esa nada, la consciencia está despierta. Si en ese momento reconoces el despertar como tu esencia, como tu propia cara, eso es la consciencia pura. Pero el trabajo no está en observar que van y vienen los pensamientos, el trabajo está en que mires directamente a la consciencia donde se dan esas dos cosas. Es decir, no mires esas cosas, mira la consciencia donde se están dando. Cuándo miras a esa consciencia ¿que ves? ¿Qué es esa consciencia? Decimos nada, nada quiere decir que esa consciencia por sí misma no tiene dualidad. Quiere decir que dentro no hay dos, solo hay uno, por eso no vemos nada. Entonces lo que tienes que hacer es mirar continuamente esa nada.

Cómo practicar esta meditación
Se pueden hacer unas cuantas sesiones al día de 5 o 10 minutos más o menos, mirando ese vacío de la consciencia. Aunque practiques otras cosas, es recomendable hacer al menos, entre 6 y 8 meditaciones de esto al día. Durante toda la sesión tienes que mirar eso, no mires otra cosa, solo eso. Si practicas de esta manera puedes tener un despertar. Si miras continuamente esa consciencia vacía, tarde o temprano, revela lo que es. La revelación está desde el principio, pero nuestros velos no nos permiten verla. Es importante que mantengas la visión de ese “no ver nada”. Solo eso, que la mantengas y que estés ahí toda la sesión.