Vamos a mirar la esencia de nuestra mente para reconocerla, mirad. Mirad a vosotros mismos. Mirad que sólo hay luz, sólo hay consciencia, sólo hay despertar. Ese despertar no tiene límite, no está ubicado en ningún sitio, no se genera en ningún sitio, ni viene del pasado, ni de una causa, ni depende de causas y condiciones para que ahora mismo seáis conscientes de vuestra propia esencia despierta en unión con Guru Rinpoche.

Miradlo bien, no dejad de mirar. Mirad la esencia, no os olvidéis de eso. Lo más importante es no dejar que vuestra mente se vaya del reconocimiento de vuestra esencia. Centraros a ver si podéis mantener el reconocimiento de lo que sois. Haced bucles de mirar, mirar y ver.
¿Qué veis cuando miráis? ¿A dónde vais cuando miráis? ¿Vais y volvéis? Miradlo bien. ¿Hay alguien que mira y algo que mirar? ¿Hay movimiento? ¿Os movéis de un punto a otro porque habéis visto o dejáis de estar en un punto porque habéis visto? ¿Miráis y miráis y hay algo? Vosotros mismos, el propio despertar que no se mueve. ¿Se mueve? Da igual que miréis y miréis ¿Se mueve? ¿Crece la luminosidad? ¿Crece algo? ¿Os crece algo? ¿Se expande más vuestra mente? ¿Se expande menos? Preguntaos eso y mirad. No dejéis de mirar.
Si surgen pensamientos y los miráis, os habéis ido. Seguid mirando la esencia una y otra vez. Haced un ciclo repetitivo, un continuo de mirar. Igual que repetimos los pensamientos, volvemos y nos apegamos, repetir mirar, acordaos, reconoced lo que sois y no lo olvidéis.
Si surgen pensamientos, sensaciones, descripciones de lo que estáis viendo, de lo que sentís, no os vayáis con ello, sólo mirad, mirad y mirad, incesantemente. No dejad de mirar, atentamente, con mucho entusiasmo, con muchas ganas, por todos los seres.
Mirar, mirar, mirar! Sólo puede quedar luminosidad ¡PHAT! Luminosidad espaciosa infinita, sólo luminosidad. No hay nada concreto, no hay nada sustancial, en ningún lugar que puedas agarrar ni mirar, pero no dejéis de mirar.
Nunca podéis dejar de ser esto. Eso es lo único que es y lo único que existe. Da igual todas las apariencias que surjan, las sensaciones, lo que disfrutéis o lo que aparentemente sufráis, eso es lo único que le da vida y apariencia a todo. Es lo único que existe, pero lo bueno de eso es que cuando lo reconoces, es puro, inmutable, nunca se agita, nunca se desvía, nunca nace, ni muere, ni crece, ni decrece, nunca. El ser que se siente individuo tiene que estar ahí, tiene que reconocerlo.
En la manifestación tenéis que daros cuenta de que todo está hecho de eso y no hay nada que no lo esté, ni bueno, ni malo, ni más puro, ni más impuro. Absolutamente todo está hecho de eso. Porque esa es la única realidad, no hay dos, sólo hay una, pero se expresa de forma multiforme, infinita, de todas las posibilidades creadas e imaginadas posibles. No tiene límites en su expresión. Esa es la única esencia. Por eso no hay solidez, no hay ego, no hay yo, ni hay tú, no hay división en nada. Si estáis ahí, estáis en la pura esencia, y si no estáis ahí, no hay iluminación. Da igual donde estéis, lo que imaginéis, da igual que incluso imaginéis la iluminación. No hay iluminación si no hay reconocimiento directo de eso incesantemente. Lo que ocurre es que cuando entendéis lo que quiere decir “incesantemente” no quiere decir algo con esfuerzo. Incesantemente quiere decir reconocerlo como el estado real genuino, natural, espontáneo. No hace falta que lo sujetéis. No podéis sujetarlo porque no es sólido, no tiene forma ni límite para sujetarse. Y entender eso es entender el verdadero samadhi, lo que se llama “la forma de reposo”, que no requiere esfuerzo.
¿Cuánto esfuerzo requiere reconocer eso, si es lo que ya sois? ¿Cuánto esfuerzo requiere que os deis cuenta de que sois? ¿Cuánto habéis tenido que reunir para daros cuenta de que sois? ¿De dónde? ¿Cuánto? Ninguno, pero si no lo reconocéis, eso produce las manifestaciones samsáricas, y si lo reconocéis produce las manifestaciones puras, nirvánicas. Sólo es una distinción, pero no podéis hacer esfuerzo para ser o para reconocer que sois, porque ya sois totalmente, espontáneamente, más allá del esfuerzo. Ese es el acto que reconocer en meditación. Cada vez que no os dais cuenta de eso tenéis que pulirlo otra vez en meditación, una y otra vez. Porque os aseguro que cada vez que no estáis ahí, estáis sufriendo, pues tenéis la semilla del sufrimiento.
