Primero, el apego nos ciega. Eso es la raíz principal. Tus propias emociones aflictivas hacen que no te pares a pensar por qué está pasando todo. Entonces, es como si no hicieras nada. Y si no haces nada sólo puedes repetir lo que estás acostumbrado a hacer.
Pero, hasta que no te cuestionas por qué sufres, por qué no puedes controlar tus pensamientos, por qué te dejas llevar por tus emociones aflictivas, y si hay alguna forma de contrarrestar todo eso…, hasta que no te preguntas todo eso, tú no puedes girar el destino hacia el que vas. Por lo tanto, tú no cambias nada. Y si no cambias, repites. Eso es lo que se llama ciclo de existencia, samsara. Es una repetición de tus patrones habituales que están controlados por tus emociones aflictivas, por tus pensamientos duales y por el agarre a tu entidad, por tu egoísmo.
Entonces, el camino espiritual es todo lo contrario. Se trata de purificar tu egoísmo, las emociones aflictivas, los pensamientos duales, los actos negativos… y conforme purificas eso, tus tendencias o patrones habituales van purificándose. Y como estás haciendo otra cosa, llega un momento que incluso las semillas de esos patrones que están basados en ignorancia, es decir, en no reconocer la verdad, se purifican. O sea que a partir de ahí, tú te puedes liberar en esa misma vida, no sólo de las emociones aflictivas sino de las tendencias, de los hábitos.
O sea que, en una sola vida, si te dedicas, puedes purificarlo.
